La Esencia de lo humano es el arte, el arte que en la pintura cumple ese propósito al máximo, pues en ella se establece de manera especial del mirar, del ver, del aprender con el espíritu y el sentido en una totalidad sin dualismo. Pensar y sentir a un propio tiempo, amar la imagen y la idea a través de la belleza y es esa la manera única de hacerlo, es lo que da al ser humano la experiencia milagrosa de estar y de sentirse vivo.
Ante la pintura dulcemente vigorosa de Paco Cotto se llena el ánimo y la mirada; se toca,si así pudiera decirse, esa exaltación íntima, ese encuentro bendecido del ser que a través del otro por un instante llega a conocer su íntima reserva de belleza. Diría que Cotto transciende el tema folclórico llevándolo a una profundidad que a la manera del españolísimo Quijote nos conduce a una dimensión genuinamente humana, sin latitudes o, mejor dicho, con todas las latitudes.
El dolor, la espera, la angustia, la rebeldía, el espacio, nunca han tenido fronteras. La sombra humilde del burro que no sé pintó, es todavía el Platero, omnipresente, que nos abre tercamente los arcos de aquella calle empinada en la que andan bailando las gitanas.
A donde el camino irá? para Cotto y su pintura, como para Ciro alegría, el mundo será ancho, ajeno y lejos, muy lejos de todas partes, le llevará su camino de Oros y Platas, de Azules y de Rojos, de antiguas formas hermosamente actualizadas, la tradición Pictórica de España y el Mundo.
Washington 1971
Magdalena Fety de Holguin.